Saturday 9 April 2016

Belinda y los gatos



Escrito por Lindsay de Feliz, traducido por Ambiorix Paulino

Desafortunadamente la vida me sigue siendo difícil.

Luego de deprimirlos a todos con los relatos de las gallinas desdichadas, en esta entrada de mi blog les sigo con los gatos.

En un tiempo tuve hasta doce gatos, de los cuales solo me quedan tres. Los otros se han ido al mas allá a consecuencia de una serie de desagracias, algunas de las cuales fueron eventos violentos, al recorrer de los últimos quince años. Algunos gatos fueron preparados a la barbacoa para la cena por los Haitianos, uno se cayó en un pozo, otros se han muerto del cáncer, a otro lo mato un hombre con una escopeta porque no quería que juegue con sus gallinas, a otro gato lo chocaron, otros fueron devorados por los perros, muchos fueron envenenados y otros salieron un día y nunca regresaron y por eso se desconoce la manera en que llegaron a su final.

De los tres que quedan Zebedee causa menos problemas. Él ya tiene catorce años de edad y es uno de los mellizos que tuvo Matilda – Zebedee 1 y Zebedee 2. Los dos eran inseparables pero el número uno salió hace un año y nunca regreso. Zebedee se pasa el día encima de los pedacitos de balcón que quedan porque no se han caído o tostándose encima de la caja de satélite de la televisión cuando se prende.

Zebedee 1


Su mamá, Matilda aun vive con nosotros y tiene quince años de edad en los cuales ha sobrevivido muchas mudanzas a lo largo del país. Hoy en día sufre del equivalente a un Alzheimer felino y cuando despierta se le olvida donde está y emite un aullido escalofriante hasta que le explicas que todo está bien. Esto le sucede cada par de horas, las veinticuatro horas del día. Ella se come su almuerzo y luego se le olvida que se lo había comido entonces empieza a pedir comida otra vez a los cinco minutos. Su última hazaña es el dormir encima de la alacena de la cocina, cerca al techo, alejada de los cachorros bulliciosos y después se voltea y se cae. Hasta ahora siempre ha caído en los pies.

Matilda y su mejor amiga Belinda


Mariposa es la tercera felina de la tribu, una pequeña gatita gris de solo tres años. Parecía conejita contenta hasta hace un mes cuando le cayó atrás el cachorro Grita Mucho hacia los montes y tuvo que encaramarse en lo alto de un árbol. Ahora se niega a bajar del segundo piso de la casa y hay que subir a darle de comer. Sé que ha logrado salir afuera porque algunas veces se oye el golpe que da en el balcón inestable cuando se tira por la ventana de la habitación de dormir. Pero después le toca exponerse al riesgo de los cachorritos cuando corre adentro porque quiere regresar arriba. Danilo le puso un tronco de un árbol en el balcón de arriba para que pueda escaparse pero, al igual que yo, ella no quedo impresionada.

Mariposa durmiendo encima de los huevos en el tazón de huevos


A la única que todos los gatos adoraban era Belinda, la perra Danés, aunque ya no. Yo sabía que ella tenía algún problema con el corazón porque me había dado cuenta hace unas semanas que el corazón le latía demasiado rápido y parecía que estaba perdiendo peso aunque comía bien y tenía la respiración demasiado rápida y laboriosa. Google me aconsejo que probablemente sufría algún defecto congénito del corazón, una enfermedad común en los perros Danés, aunque ella solo tenía cuatro años de edad. De tratamiento sugirieron un diurético para sacarle el líquido que se le había acumulado en los pulmones. Ella llevaba tres días tomando pastillas y se veía perfectamente bien. Estaba comiendo bien y brincando sobre los muebles, jugando con los cachorritos, ladrándole a los vecinos y cualquier cosa que veía moverse afuera. Ayer por la tarde, como a las cuatro, jugaba con los cachorritos como de costumbre, de pronto se cayó, largo un grito y se murió. Todo sucedió en segundos. Intente darle respiración artificial pero fue para nada. La seguí mirando a ver si solo había sido un desmayo – pero no lo fue.

Belinda ayudando a limpiar los platos


Después tuve que decidir lo que iba a hacer con una perra danés muerta que pesaba 130 libras en el medio de mi sala. Llame a una de mis vecinas por teléfono pero ella no estaba en la casa así es que dijo que salga a buscar a su esposo – él fue el que tuvo un tumor celebrar. Llame a Danilo aunque no sabía lo que esperaba que el fuera hacer y cómo se entiende me dijo que busque ayuda para enterrarla. Encerré los otros perros ya que ningún vecino se atreve a arrimarse a la casa cuando andan sueltos y fui a buscar alguien que me ayude. Dos de mis vecinos ofrecieron venir a ayudarme pero como eran de edad avanzada querían que también viniera otro par de manos, así es que me fui a buscar un tercer par de manos. Cuando fui a buscarlo me encontré con el hombre que tuvo el tumor cerebral que iba chapiao en su motor. Cuando regrese adonde los viejitos uno se había ido en su motor y el otro, al cual no le quedaban dientes, me dijo que tenía que irse a la iglesia o algo por el estilo. Le rogué que se quedara y él llamo a Berto quien apareció y los lleve a los dos por detrás de la casa con la caretilla. Íbamos a tener que bajar a Belinda por diez escalones y después empujarla en la carretilla 800 metros hasta el hondito en el jardín que uso como cementerio para los animales.

El primer problema fue que la caretilla tenía una goma pichada y no nos sirvió para nada. El segundo problema fue que se negaron a ponerle la mano a la perra y yo no tenía la fuerza para levantarla. Ofrecí ponerla sobre unos sacos plásticos vacios de alimento de perros hechos de un plástico grueso, pero ni así querían porque no podían ponerle la mano por encima del plástico. También iban a necesitar un lazo. No tenía idea de donde teníamos un lazo así es que se fueron al jardín y regresaron con hojas de palma que usaron para hacer un lazo. Quisieron que yo se lo ponga en el pescuezo y la jalaron como si fuera con su correa y así se la llevaron. La jalaron por la sala y después la rebotaron cuidadosamente por los escalones. Luego la pasaron por el jardín que quería tanto hasta llegar al hondito mas abajo – los dos caminaban delante y jalando a Belinda detrás. Regresaron de pronto y dijeron que la habían dejado allá, pero que no la habían enterrado. Entonces me prepare para hacer el trabajo más tarde porque no podía hacerlo en esos momentos.

Belinda revisando su territorio (antes de caerse el balcón)


Danilo había llamado a los muchachos – mis hijastros, sin yo saber y se aparecieron trente minutos más tarde y fueron y enterraron a Belinda adecuadamente, algo que me tranquilizo mucho.

Belinda cuidando los cachorros de Meg


Ella fue una perra fabulosa y muy querida y le doy gracias por no haberme hecho pasar por muchos días, semanas o hasta meses de verla deteriorar mientras empeoraba su corazón. La casa quedo con un silencio profundo, no sé qué tiempo le tomara a los cachorros para empezar a destrozarlo todo – pero por ahora permanecen silenciosos desde que ella murió.

La gran ladrona de toallas de la cocina.


Siempre solía decir, “No sé lo que haría si algo le sucediera a tal gato o a tal perro,” pero ya lo sé. Es triste pero he aprendido que si le da un ataque de corazón a un perro y se muere en frente de mí, lo podre superar sola. No será siempre que suceda en la oficina antiséptica del veterinario y tampoco habrá alguien conmigo para ayudarme. Yo podre lidiar la circunstancia, aun estando sola, ya que tendré que hacerme cargo de la situación. También sé que si no encuentro ayuda ya sé cómo hacer un lazo con hojas de palma para jalar al perro por el jardín a su tumba. Vas a pensar “no puedo,” y después te darás cuenta que “si puedo,” y después podrás decir “y lo hice”.

Belinda tenía amigos en todas las partes del mundo, varios me han enviado fotos de ella y mensajes que les agradezco. Danilo, en su estilo dominicano, me dijo anoche que ya paso. Ya se acabo, y por eso no hay que seguir sintiéndose triste. Los dominicanos tienen una manera asombrosa de perseverar y seguir pa’ lante.

Hablando de Danilo, faltan 34 días y la pagina digital de la JCE arreglo su contador de segundos. Aun le va bien y una encuesta reciente lo puso bien al frente de los demás candidatos.



Deletrearon su nombre incorrectamente – espero que eso no suceda esta vez, pero rezo porque salgan los mismos resultados en el día de las elecciones. Y ahora tiene a Belinda apoyándolo desde lo más alto y sé que eso le ayudara.