Acababa de
publicar la ultima entrada en el blog hace unos días donde escribí sobre lo
tranquilo que estaba todo. Que idiota fui. Desde que oprimí el botón para
trasmitir todo se fue al infierno.
Danilo
había puesto todos los gallos y las gallinas al
frente de la casa porque así se me hace más fácil el darle la comida. También
habría menos oportunidad para que los cachorritos se los coman. Pero hubo una
gallina negra llamada Coja, porque cojea, que estaba echada en unos montes al
lado de la casa. Puntualmente cada dos días a las diez de la mañana venia a la
puerta de atrás a comer y a beber y después huía a meterse en el monte otra vez.
Este día no llego a venir.
Termine de
trabajar en el blog y todos los perros se subieron al balcón inestable a
ladrarle a algo. Pensé que había una vaca en el jardín y no me gustaba la idea
de que iba a tener que salir a acorralarla junto a sus amigas, pero cuando mire
no veía señal de vaca por parte. Al fin salí a investigar y me encontré con
diez pollitos en frente del balcón, y Coja adentro.
El balcón tenía
un albergue para los perros que empieza al frente de la casa y la rodea. Lo
habíamos tapado detrás y le hicimos un hoyo en el alambre para hacerle un
gallinero.
Con razón
Coja quiso meter sus pollitos adentro pero había un escalón de cemento abajo
que se lo impedía. Los pollitos no podían encaramarse por el alambre. Busque
unos palitos de apio y les hice un caminito a la Coja para que pueda salir por
el agujero que habíamos hecho. También les puse un tablero de pan para que los
pollitos la usen de puente. Con tiempo entro uno y después otro. Cuando entre a
la casa empecé a oír píos porque un pollito bruto llego a meterse en la jaula
de los perros. Me metí rápidamente a salvarlo y volví a salir para meterlo con
las gallinas. Coja estaba en su esquina con unos pollitos así es que recogí a
los otros y se los pase a ella. Todavía se oían píos y cuando me di cuenta vi a
Sweepy, el cachorrito, con un pollito en la boca. Corrí a rescatar el pollito
que se veía bien maltratado y se lo devolví a su mama.
Me alegro
en anunciarles que el pollito todavía está vivo y parece que ahora le volvió a
funcionar una piernita así es que se le hace más fácil andar.
Mientras
tanto Sweepy sigue igual de molestoso. Se sale del patio a cada rato buscando
pollitos para comérselos. Ya que su mama es del color marrón y su papa es
blanco no sé porque se parece a un Pastor alemán negro. A los cinco meses ya se le pasaba de
tamaño a los dos. Es el perro más desobediente que he conocido. No puedo creer
como pudo ser un cachorrito tan lindo que creció a ser un mostro con vida
propia, andando cuando quiere, que le encanta comer pollitos.
Había
un viejito que vivía en una casa de madera que habían construido encima de una
plataforma de cemento. Cuando él se murió les dejo la casa y sus pertenencias a
los hijos, como se acostumbra. Pero no le pertenecía la tierra, así es que un día
llegaron con un camión, desbarataron la casa y se llevaron todas las tablas de
madera. ¡Por lo menos se quedaron con la casa!