Sunday 18 September 2016

Cumpleaños de Chivirico - ¡Oh Dios mío!


Escrito por Lindsay de Feliz, traducido por Ambiorix Paulino

El viernes fue el cumpleaños de Chivirico así es que Danilo fue a recogerlo el sábado para que celebremos con un día especial el domingo.

El día empezó cuando Albert y él se levantaron temprano e hicimos empanadas de queso y salami para el desayuno. Esta es una foto del libro de cocina de tía Clara, Cocina Dominicana.

Cuando se termino el desayuno – no hay fotos porque eso fue a las 6:30 de la mañana y yo todavía estaba durmiendo – llego la hora de preparar la masa para la pizza, hecha por Chivo y el pan, hecho por Albert. También hubo un poco de competencia a ver cual harina de las dos iba a subir mejor. Luego de que preparamos la masa la pusimos en el jeep para que suba – era un día nublado y fresco y el jeep estaba bien calientito.

Unas horas más tarde los dos vinieron a enseñarme el resultado y ambas habían subido bien.

Después llego la hora de un almuerzo especial – dos pescados chillo enormes del Sr. de los Pescados.

Chivirico estaba ansioso de que Danilo le tome la foto de cada año donde lo tiene cargado, sostenido sobre agua. Cada año ha sido en una piscina, en el mar o en el rio y este año abrió un restaurante con barra y piscina a solo una milla de donde vivimos así es que decidimos ir allá. Él y Albert estaban contentísimos así es que después del almuerzo nos fuimos. Pero estaba lloviendo y no solo eso sino que también habían truenos y relámpagos y les advertí que no entraran a la piscina antes de que termine de relampaguear.

Entonces llegamos a esta nueva piscina y al entrar recibimos una buen bienvenida a para huéspedes.

La tubería que bajaba del techo le echa toda el agua a la gente mientras van entrando al complejo de la piscina. Entonces, aunque Danilo nos había dejado esperando cerca de la entrada cuando fuimos a llegar ya estábamos empapados de agua. ¡Jei jo! Pensé, pronto nos vamos a poder secar, y a que diseñador se le ocurre bañar a los clientes con agua mientras van llegando. Pero sucede que luego de pagar la entrada nos vimos cara a cara con otro obstáculo de agua.

Estaba ubicado justo en la entrada a la piscina, una barrica de agua grandísima a la cual se le salía el agua mientras se iba llenando y mojaba a cualquiera que le pasara por el lado. Danilo entro primero.

Teníamos una mesa al otro lado de la piscina bajo un techo de metal, pero tuvimos que pasar por seis pulgadas de agua. Seguía el relampagueo por todos los lados y les dije a los muchachos que suban los pies encima de las sillas ya que era una idiotez el estar sentado bajo un techo metálico con los pies metidos en seis pulgadas de agua. Mientras tanto el dueño intentaba sacar el agua del piso desesperadamente y el barril de agua seguía llenándose y botándose mientras se mecía peligrosamente en el escalón.

Parece que la gente en la mesa al otro lado de la piscina ni se daban cuenta del peligro que se acercaba y sucede que luego el dueño vacio el barril de agua y siguió barriendo para sacar el agua y luego de unos segundos se lleno otra vez y él lo volvió a vaciar. El agua que teníamos por los tobillos subió a nueve pulgadas.

Albert estaba tan desesperado de meterse en el agua que cuando dejo de relampaguear recibió la luz verde. Se fue corriendo y se tiro adentro. Danilo se puso furioso diciéndole que nunca se tire en el agua sin saber si es bajita porque se puede romper la cabeza o si es honda y no puede nadar. El siguió haciéndolo, una y otra vez. Cada vez le voceábamos y él lo seguía haciendo.

Tomamos la famosa foto de Danilo con Chivirico sobre el agua la cual hemos tomado cada año desde que cumplió su quinto cumpleaños.

¡En esta no se le ven las piernas! Y le seguíamos voceando a Albert que no se tire en la piscina – hasta que…lo vimos corriendo por la piscina con la cara llena de sangre. Si, se había golpeado la cabeza  en el fondo de la piscina y se le abrió la frente como a una ciruela madura. La gente vino de todos lados a decirnos que lo llevemos al hospital y que llamemos la ambulancia pero le dijimos que lo podíamos resolver en la casa y así termino el viaje a la piscina.

Albert se puso servilletas en su herida y cuando llegamos a la casa y tuve mi momento de, “Oh Dios mío” cuando Danilo lo sentó en un taburete de bar y se le acerco con una jeringuilla.
¿Danilo, que haces?” le pregunte.
“Anestesia” dijo.
¿Para qué?”
“Para coserlo”, y vi a Chivirico lambiendo hilo para metérselo a una aguja.
“Estas bloody loco – yo tengo cintas estériles, no hay que coserlo”.
“Inglés tu no sabe nada. Yo coso gallos, es como coser un gallo”.
Albert tenía los ojos como platillos de grande sentado en el taburete.
“Ok, lo haremos de la manera inglesa con antibiótico y cintas estériles y si no se le ha cerrado la herida en tres días lo puedes coser.”

Le limpie la herida, le puse las cintas estériles (una basura según Danilo) y Albert ahora está sentado viendo televisión con un esparadrapo en la cabeza.

Ahora lo único que falta es hacer la pizza y hornear el pan.

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